jueves, 1 de mayo de 2008

Mujeres periodistas: cabezas y no colas de esta sociedad


Los índices mundiales respecto al rol de la mujer en el periodismo lenta, pero paulatinamente, se están revirtiendo. Hay diplomados y estudios de género en universidades del mundo, debates internacionales sobre el tema, un día para celebrar la feminidad, y una lucha constante de las damas por hacerse notar. Cada vez hay más mujeres que levantan su voz y ponen sus virtudes, como generadoras de vida natas, a la disposición de la sociedad.
De chismosas y entrometidas son catalogadas las féminas, quizás esas designaciones peyorativas tengan su lado positivo. El chisme según la Real Academia Española es una noticia, verdadera o falsa, que se dice para indisponer a una o varias personas respecto a otra u otras. No hay herramienta, capacidad o talento que equipe la naturaleza del ser humano que no pueda usarse para el bien, aún a sabiendas de que puede también usarse para el mal. Por ello, la capacidad para comunicarse, expresarse, comprender las realidades, perseverar, ser pacientes, y fuertes que tienen las del género rosa, han convertido la comunicación social en una de las carreras más estudiada y demandada por las mujeres en las universidades.
Actualmente, 58% de las personas que se inscriben para estudiar en la Universidad del Zulia son mujeres, eso fortalece la afirmación de que los índices se revierten, porque además de ser la mujer la que lidera la demanda de estudios superiores, son las que en mayor cantidad egresan, las que están ocupando puestos importantes de decisión en los periódicos y las que mayormente están saliendo a las calles a buscar la información que el mundo necesita conocer. Pero es eso, una lucha. Cuántos sucesos han tenido que ocurrir, cuántas mujeres se han tenido que sacrificar para llegar a este punto, para disfrutar de leyes, beneficios, y respeto que merecen compartir en igualdad entre géneros.
La verdad absoluta no existe, existen tantas verdades como perceptores existan. Pero, mucho del machismo y de la discriminación a las mujeres, que se sigue padeciendo en el siglo XXI, radica en esa enseñanza de que el hombre es cabeza de la mujer, cabeza como jefe, y no cabeza como originador. Para quienes no son creyentes del origen del mundo por divinidad, sugiero percibir lo que se explicará a continuación como una parábola más.
Desde la concepción del mundo, para la fe cristiana, cuando se creó al ser humano se impuso la soberanía del género masculino sobre el femenino. No se creo al humano, al crearse a Adán y a Eva, se había creado al hombre. Post pecado, en el Jardín del Edén, Dios mandó a Adán a enseñorearse de Eva, y eso se interpretó como una posición de control, de adueñamiento, de superponerse a la mujer, cuando se refería a una cobertura de protección espiritual. Allí empezó todo.
Sin embargo, Dios ya había reconocido la idoneidad de la compañía de una mujer para el perfecto andar del mundo, y sin avanzar más en la creación de éste, buscó la compañía adecuada del hombre, la mujer. La cual fue llamada por el propio Adán: Eva, que en hebreo significa: Madre de todo ser viviente.
¿Quién mejor que la madre de todo ser viviente para entender la cambiante realidad mundial, comprenderla, darla a conocer, enseñarla e influir en ella? El periodista debe ser empático y dolerse de su prójimo para motivarse a ser veraz, a informar con precisión, a investigar, a dar respuestas, a denunciar las injusticias y celebrar las justicias sociales. No obstante, los hombres se siguen creyendo cabeza y pensando que la mujer es cola, incluso en lo que se refiere al ejercicio del periodismo. Y, ésa, fue otra mal interpretación de las escrituras que de manera directa o indirecta han regido la cultura y el proceder occidental.
Cada vez que la Biblia se refirió a alguien como “cabeza” se estaba refiriendo a alguien que daba origen a algo o alguien, pues la traducción provino del griego kefaleÆ el cual significa “origen”. Por tanto, el hombre no es más capaz ni debe tener más autoridad en el periodismo que la mujer, sólo es cabeza de ella, porque de su costilla fue sacada, es decir, de él se originó.
Para quienes creen en esta versión del origen del mundo, o para quienes lo ven al menos como una parábola, tanto hombres como mujeres fueron llamados por Dios (cualquiera que sea) a ser cabezas y no cola. A ser líderes de sus propias vidas, a destacarse, y a hacer lo mejor que saben hacer de acuerdo con las propias capacidades y talentos que le son dados.
No se trata de que se inviertan los papeles y sea el hombre quien se encargue del hogar, se trata de entender que todos tienen derechos de triunfar, de ocupar puestos importantes en los distintos escenarios que la vida presenta y de ser lo que se creen capaces de ser. Las mujeres han venido demostrando su excelencia como periodistas, eso es innegable, nombres de féminas, que ejercieron aunque con tropiezos, como Oriana Falacci o Isabel Allende, recorren el mundo y aún así los señalamientos de la sociedad influenciada por la Iglesia legalista y de los hombres, continúa obstaculizando el desempeño de las periodistas o de quienes quieren serlo.
Lo que se vislumbra para el futuro es positivo, mayor reconocimiento de las virtudes del individuo, y no de un género en específico. Que no sea un hombre o unos preconceptos, los que saquen del juego a la mujer, que cada humano conserve su identidad y decida qué papel jugar en esta momentánea realidad: la vida. Para llegar a eso, hay que seguir transitando, por supuesto, sin desmayar.

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